"la pequeña pantalla ya no existe"

martes, 22 de marzo de 2011

La tramposa doctrina del engaño

No creo que la culpa fuera de Karina, pero que nos gusta a los españoles buscar en el baúl de los recuerdos. Como las viejas parejas que vuelven por inercia, rememorando un pasado que solo existe en la memoria, concedemos segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades, especulando con las probabilidades de éxito, olvidando a priori el avance del tiempo, justiciero escultor de nuevos pasajes, modificador de un espacio donde quizás no encajen los mismos personajes, lo quieran o no, nada volverá a ser como antes. Generando una felicidad efímera, algo residual y extremadamente volátil, provocando en ocasiones la huida del sujeto incluso antes de haber consumado el acto, y es que ya se sabe, en ciertas ocasiones es mejor hacerse unas pajillas...

Santiago Segura, era un tipo campechano durante la gloriosa década de los 90, un freak avispado que con 12 años grababa en Super 8 o se ganaba la vida escribíendo relatos pornográficos en la revista “El vibora”. Tras participar en varios concursos televisivos como; No te rias que es peor o Locos por la tele, consiguió financiación para sus primeros cortos en 35mm, logrando con uno de ellos el Goya. De festivales, conoció a su padrino cinematográfico, Alex de la Iglesia. Indiscutibles paralelismos provocaron cierta conexión entre ambos y el fichaje de Segura para el primer largometraje del que sería el futuro presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y posteriormente dimisor, Acción Mutante (1993) marcianada por la que fue nominado a mejor director novel. Como la cosa no funciono mal no tardaron en volver a trabajar juntos, esta vez, ambos fueron catapultados a la fama, gracias a una de las obras más estimulantes del cine español, El día de la Bestia (1995) donde Santiago daba vida a Jose Mari, interpretación digna del recuerdo tristemente eclipsada por el devenir de José Luís Torrente. Así, descubrió que era capaz de encadenar una serie de papeles secundarios, con más pena que gloria, cultivando esa imagen afable en el panorama audiovisual español, propiciandole ciertos Amiguetes que le apoyarían, la mayoría sin animo de lucro, en su debut como director, Torrente: el brazo tonto de la ley (1998) lucida parodia de los sentimientos que todavía perduran en nuestra sociedad ocultos tras la máscara de corrección mediática. Marcó un antes y un después en el irregular cine patrio apoyada en un justificado éxito de público y crítica sin precedentes.

Culos en la pantallica!
Y es aquí donde el buscavidas de Carabanchel encontró una novia para el resto de los días, no es sorprendentemente guapa ni muy lista, pero con dinero… una relación difícil, complicada… luchará por ella, pero al fin y al cabo, ¿ser rico no es lo que importa en la vida?. Porque ¿para qué seguir buscando? trabajar sufriendo para acabar naufragando con casi todo lo que has hecho con fracasos sonados como: El Oro de Moscú (2002), Una de Zombies (2003), Borjamari y Pocholo (2004), La Máquina de Bailar (2006), la intragable Isi & Disi, Amor a lo Bestia (2004), su innecesaria secuela, Alto Voltaje (2006) o ese intento de reallity show/late night; Sabías a lo que venías… tiene que ser tan frustrante que vienen a demostrar dos cosas. Primero, que Segura es un currante al que la flauta le sonó un par de veces… Segundo, que tonto no es y como el grupo que solo tiene un único éxito sabe que de nada sirve continuar indagando, si el pueblo quiere circo, ¡lo tendrá!.

Tres años tardó en hacer la segunda entrega, Torrente 2: Misión en Marbella (2001), había que aprovechar el tirón y coló, no le salió mal. En la linea de la primera y con momentos memorables, supo evolucionar sin dar un paso atrás. Los espectadores volvieron a su lado y la crítica… ahí estuvo. Rompiendo con el topicazo de que volver no tiene sentido o que segundas partes nunca fueron buenas. Entonces cayó enfermo, fama decían algunos, el aura celestial de la popularidad afirmaban otros, pensó que se lo podía comer todo para acabar comiéndose un buen... (spoiler). De repente, Segura rememoró a Karina y sus recuerdos, el amor perdido y algunos euros mal invertidos, asi, sin vergüenza ninguna, decidió hacer unas llamadas, otra grandilocuente campaña mediática de marketing extenuante, recuperando “unos kilos” y el afecto abandonado. Pero esta vez sin entusiasmo, faltaba pasión, sentimientos, el amor de los primeros pasos, ahora nadie se sentía desnudo, un polvo a cambio de dinero que casi acaba en violación. Cinco minutos agradables a cambio de ochenta y cinco de sufrimiento. Torrente 3: El protector (2005) fue un insulto para aquellos que esperaban la calidez de la primera. Sin embargo el público, como soldados que acuden a pegar tiros en una guerra de un país que no saben ni ubicar en un mapa, acudieron en masa abarrotando las salas de cine, monos espaciales sin cerebros. Santiago Segura sabía que no tenía que mimar a su ejercito, fue tan fácil repetir la formula matemática del éxito.

Ahora, en la época dorada del 3D, no iba a ser menos. Torrente 4: Lethal Crisis, es la mayor tomadura de pelo, un engaño mayúsculo donde se ha mezclado el agua, aceite y la arena, es decir mal. La peor muestra de la calaña televisiva de nuestro país, perdiendo toda la gracia del cameo, sin contar practicamente con ningún actor profesional, así los ingresos serán mayores, con un guión inconexo rozando el ridículo y la vergüenza ajena. Mal montada de principio a fin, encadena una serie de sin sentidos cuya única finalidad es la repetición de lo que antes funciono pero ya no. Un robo a mano armada con la afilada batuta del que se autoproclama como salvador de las pésimas recaudaciones por parte del cine español. Lo triste es que la gente siga yendo a verla mientras nos hundimos en la verdadera crisis, lo que podría estudiarse como un fenómeno social y debate abierto de hasta que punto se debilita la sociedad, ya que la misma basura que venden en pequeña pantalla te la están intentando colar por el módico precio de 10 euros en la grande. Y no le pido a Torrente que valla más allá de los límites, simplemente que se hubiera adecuado a la casilla de lo decente, lo digno, una comedia al uso y no un paseo de impresentables para el disfrute de aquellos que nunca tuvieron fe en el cine ni en nadie. Ni un solo gag recordable, en esta ocasión nada se salva, todo arde, bueno con Paquirrín me iría de fiesta, pero la próxima la paga él.



Santiago Segura es una versión folclórica del vendedor de comics en La Mazmorra del Androide que no ha sabido envejecer, disipando la gracia y conquistando grandes parcelas en el terreno de la pedantería con el paso de los años. Un listillo que controla el panorama actual y conoce a la perfección las artimañas del caradura, en este país donde todo el que se precie nos seguirá robando y diremos: “Bueno, uno más”. Jamás volveré a pagar un solo euro por alguna de sus películas y es que como la mayoría de las relaciones hemos terminado mal, conmigo NO vuelves.

Lo Mejor: ¿de verdad hay algo…? Bueno, por elegir, Paquirrín, que me cae bien.

Lo Peor: Absolutamente todo y sobre todas las cosas la cara de gilipollas que se te queda al salir del cine, menos mal que no la vi en 3D.



NOTA: El mayor de los CEROS

2 comentarios: