"la pequeña pantalla ya no existe"

miércoles, 30 de marzo de 2011

Crematorio: Nucky Thompson en Marina D'Or

portada crematorio


¿Una serie española? ¿Qué pasa aquí? ¿Se han acabado las series americanas e inglesas? ¿Va a salir la segunda parte de Médico de Familia con Chechu metido en la coca y Nacho lidiando con el paro? ¿Vuelve Farmacia de Guardia con una trama de corrupciones farmacéuticas a nivel global? ¿La nueva temporada de Física o Química va a incluir una invasión zombie al Zurbarán, mientras los alumnos se atrincheran en las aulas y van muriendo e infectándose uno a uno, con erótico resultado? Pues no, una pena pero no... Es que acabo de ver el primer capítulo de Crematorio, la segunda serie de producción propia de Canal+, tras la entretenida y curiosa ¿Qué fue de Jorge Sanz? (teniendo en cuenta que solo he visto los dos primeros capítulos, pero la idea de Jorge Sanz acabado luciendo una camiseta de la serie esa del extraterrestre tiene su gracia) y creo que por lo menos por la intención de desmarcarse de la típica ficción española merece la pena.

crematorio canal +
Había leído que la serie tendría un tono y enfoque tipo HBO, ya sabéis Los Soprano, A dos metros bajo tierra, The Wire... y bueno, está claro que no llega a esos niveles, pero es un muy buen intento y es digno de alabar. Da esperanzas de aquí también se pueden hacer cositas sin que sean tan xungas y que por lo menos no de vergüenza ajena. Que no se vean planos super iluminados en decorados de calles falsísimas, la marca de puleva en la mano de Fran Perea, o simplemente solo pido que se note un poco de seriedad en el asunto. Actores serios, buenas voces... y un trama seria. Y eso es lo que consigue Crematorio, porque series de comedias familiares tendremos a esportones, pero dramas serios, dónde cada diálogo y plano está pensado, y con una buena historia de fondo está la cosa mucho más cortita. Si que es verdad, que últimamente, se ve una mejora, sobre todo en las series de la primera (cuéntame la respeto bastante aunque nunca la he seguido, la señora y esas cosas...) e incluso Ángel  Demonio (no matarme! hay que reconocer que está bien grabada e innova un poco con la trama y los poderes de lo típico que se despacha), de la que además comparte dos actores con la de Canal+. Pero joder, si eso son los ejemplos que pongo junto a las más valoradas como El Internado o El Lago, es que está la cosa muy malita.
Crematorio en su capítulo piloto me ha convencido, se nota que han querido hacerlo bien y con cariño, y sobre todo fijándose de reojo en la HBO. Nada más hay que ver la intro, que casi es una copia del de True Blood, sólo que la canción de Loquillo pega menos que Slayer en Megatrix.


En cuanto a la historia, está basado en una novela de Rafael Chirbes de mismo nombre: Crematorio. La verdad es que como soy un poco cateter no sabía de su existencia, pero por lo visto la ponen como de las mejores novelas españolas del último siglo. Ahí es ná. Y como he visto que aquí mi amigo Ángel Basanta de El cultural lo define mucho mejor de lo que yo podría, y solo conociendo el primer capítulo de la serie, me permito robarle su párrafo pese a pena de cárcel por la SGAE:
Crematorio es una novela excelente, la mejor de Chirbes y una de las mejores de la literatura española en lo que va de siglo. Es, además, una novela necesaria en este tiempo de levedad, frivolidades y desmemoria. Porque su narración aborda con valentía y lucidez los turbios negocios perpetrados por el capitalismo desaforado en estos años y profundiza en las íntimas y dolientes paradojas y contradicciones del ser humano contemporáneo.

crematorio, Pep Tósar
Pep Tósar, hermano de Luis Tósar
Y así se queda uno tan ancho para describir la trama de un señor, en la serie interpretado muy bien por Pepe Sancho, que es un reconocido constructor de cualquier costa española, de los que hacen pisos por doquier a linea de playa para luego forrarse sí. De los que crearon la famosa burbuja inmobiliaria y el vale todo, para construir en una etapa del país dónde parecía ir todo bien y que sería parte importante de la crisis que vivimos actualmente. En este caso nuestro protagonista, por circunstancias de la vida que nos lo van narrando a modo de flashbacks lostianos en los 80, acaba siendo todo un señor constructor de los del taco, con todos los niveles de corrupciones que ello conlleva, pero sin querer nunca mojarse las manos. Algo así como un Nucky Thompson en Marina D'or. Conflictos de dinero, chanchullos variados, palizas para conseguir lo que se quiere, problemas familiares, dilemas personales y morales, pérdida de ideales políticos...

 Por lo visto, en el libro, van alternándose los diferentes personajes, para que en cada capítulo sea uno el narrador y explique como se ha llegado a la situación de base con respectivos flashbacks. Y creo que en la serie, también será algo parecido con cada episodio. Porqué la historia es cerrada, y son solo 8 capítulos de 45 minutos. Otra cosa a la que no estamos muy acostumbrados por estos lados, pero que de vez en cuándo se agradece mucho. Espero no tener que cambiar de opinión con los próximos capítulos, pero por ahora da alegría y esperanza que la gente por aquí pueda desarrollar sus ideas en proyectos serios y con calidad. Y Crematorio sienta muy bien las bases para que se siga confiando en productos no dirigidos para todo un público familiar en conjunto. Calidad, seriedad y cariño señores! Aquí, aunque parezca difícil también es posible

martes, 22 de marzo de 2011

La tramposa doctrina del engaño

No creo que la culpa fuera de Karina, pero que nos gusta a los españoles buscar en el baúl de los recuerdos. Como las viejas parejas que vuelven por inercia, rememorando un pasado que solo existe en la memoria, concedemos segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades, especulando con las probabilidades de éxito, olvidando a priori el avance del tiempo, justiciero escultor de nuevos pasajes, modificador de un espacio donde quizás no encajen los mismos personajes, lo quieran o no, nada volverá a ser como antes. Generando una felicidad efímera, algo residual y extremadamente volátil, provocando en ocasiones la huida del sujeto incluso antes de haber consumado el acto, y es que ya se sabe, en ciertas ocasiones es mejor hacerse unas pajillas...

Santiago Segura, era un tipo campechano durante la gloriosa década de los 90, un freak avispado que con 12 años grababa en Super 8 o se ganaba la vida escribíendo relatos pornográficos en la revista “El vibora”. Tras participar en varios concursos televisivos como; No te rias que es peor o Locos por la tele, consiguió financiación para sus primeros cortos en 35mm, logrando con uno de ellos el Goya. De festivales, conoció a su padrino cinematográfico, Alex de la Iglesia. Indiscutibles paralelismos provocaron cierta conexión entre ambos y el fichaje de Segura para el primer largometraje del que sería el futuro presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y posteriormente dimisor, Acción Mutante (1993) marcianada por la que fue nominado a mejor director novel. Como la cosa no funciono mal no tardaron en volver a trabajar juntos, esta vez, ambos fueron catapultados a la fama, gracias a una de las obras más estimulantes del cine español, El día de la Bestia (1995) donde Santiago daba vida a Jose Mari, interpretación digna del recuerdo tristemente eclipsada por el devenir de José Luís Torrente. Así, descubrió que era capaz de encadenar una serie de papeles secundarios, con más pena que gloria, cultivando esa imagen afable en el panorama audiovisual español, propiciandole ciertos Amiguetes que le apoyarían, la mayoría sin animo de lucro, en su debut como director, Torrente: el brazo tonto de la ley (1998) lucida parodia de los sentimientos que todavía perduran en nuestra sociedad ocultos tras la máscara de corrección mediática. Marcó un antes y un después en el irregular cine patrio apoyada en un justificado éxito de público y crítica sin precedentes.

Culos en la pantallica!
Y es aquí donde el buscavidas de Carabanchel encontró una novia para el resto de los días, no es sorprendentemente guapa ni muy lista, pero con dinero… una relación difícil, complicada… luchará por ella, pero al fin y al cabo, ¿ser rico no es lo que importa en la vida?. Porque ¿para qué seguir buscando? trabajar sufriendo para acabar naufragando con casi todo lo que has hecho con fracasos sonados como: El Oro de Moscú (2002), Una de Zombies (2003), Borjamari y Pocholo (2004), La Máquina de Bailar (2006), la intragable Isi & Disi, Amor a lo Bestia (2004), su innecesaria secuela, Alto Voltaje (2006) o ese intento de reallity show/late night; Sabías a lo que venías… tiene que ser tan frustrante que vienen a demostrar dos cosas. Primero, que Segura es un currante al que la flauta le sonó un par de veces… Segundo, que tonto no es y como el grupo que solo tiene un único éxito sabe que de nada sirve continuar indagando, si el pueblo quiere circo, ¡lo tendrá!.

Tres años tardó en hacer la segunda entrega, Torrente 2: Misión en Marbella (2001), había que aprovechar el tirón y coló, no le salió mal. En la linea de la primera y con momentos memorables, supo evolucionar sin dar un paso atrás. Los espectadores volvieron a su lado y la crítica… ahí estuvo. Rompiendo con el topicazo de que volver no tiene sentido o que segundas partes nunca fueron buenas. Entonces cayó enfermo, fama decían algunos, el aura celestial de la popularidad afirmaban otros, pensó que se lo podía comer todo para acabar comiéndose un buen... (spoiler). De repente, Segura rememoró a Karina y sus recuerdos, el amor perdido y algunos euros mal invertidos, asi, sin vergüenza ninguna, decidió hacer unas llamadas, otra grandilocuente campaña mediática de marketing extenuante, recuperando “unos kilos” y el afecto abandonado. Pero esta vez sin entusiasmo, faltaba pasión, sentimientos, el amor de los primeros pasos, ahora nadie se sentía desnudo, un polvo a cambio de dinero que casi acaba en violación. Cinco minutos agradables a cambio de ochenta y cinco de sufrimiento. Torrente 3: El protector (2005) fue un insulto para aquellos que esperaban la calidez de la primera. Sin embargo el público, como soldados que acuden a pegar tiros en una guerra de un país que no saben ni ubicar en un mapa, acudieron en masa abarrotando las salas de cine, monos espaciales sin cerebros. Santiago Segura sabía que no tenía que mimar a su ejercito, fue tan fácil repetir la formula matemática del éxito.

Ahora, en la época dorada del 3D, no iba a ser menos. Torrente 4: Lethal Crisis, es la mayor tomadura de pelo, un engaño mayúsculo donde se ha mezclado el agua, aceite y la arena, es decir mal. La peor muestra de la calaña televisiva de nuestro país, perdiendo toda la gracia del cameo, sin contar practicamente con ningún actor profesional, así los ingresos serán mayores, con un guión inconexo rozando el ridículo y la vergüenza ajena. Mal montada de principio a fin, encadena una serie de sin sentidos cuya única finalidad es la repetición de lo que antes funciono pero ya no. Un robo a mano armada con la afilada batuta del que se autoproclama como salvador de las pésimas recaudaciones por parte del cine español. Lo triste es que la gente siga yendo a verla mientras nos hundimos en la verdadera crisis, lo que podría estudiarse como un fenómeno social y debate abierto de hasta que punto se debilita la sociedad, ya que la misma basura que venden en pequeña pantalla te la están intentando colar por el módico precio de 10 euros en la grande. Y no le pido a Torrente que valla más allá de los límites, simplemente que se hubiera adecuado a la casilla de lo decente, lo digno, una comedia al uso y no un paseo de impresentables para el disfrute de aquellos que nunca tuvieron fe en el cine ni en nadie. Ni un solo gag recordable, en esta ocasión nada se salva, todo arde, bueno con Paquirrín me iría de fiesta, pero la próxima la paga él.



Santiago Segura es una versión folclórica del vendedor de comics en La Mazmorra del Androide que no ha sabido envejecer, disipando la gracia y conquistando grandes parcelas en el terreno de la pedantería con el paso de los años. Un listillo que controla el panorama actual y conoce a la perfección las artimañas del caradura, en este país donde todo el que se precie nos seguirá robando y diremos: “Bueno, uno más”. Jamás volveré a pagar un solo euro por alguna de sus películas y es que como la mayoría de las relaciones hemos terminado mal, conmigo NO vuelves.

Lo Mejor: ¿de verdad hay algo…? Bueno, por elegir, Paquirrín, que me cae bien.

Lo Peor: Absolutamente todo y sobre todas las cosas la cara de gilipollas que se te queda al salir del cine, menos mal que no la vi en 3D.



NOTA: El mayor de los CEROS

viernes, 18 de marzo de 2011

Mamá, de mayor quiero ser artista

Que difícil es catalogar, que delicada son las líneas que separan, que fácil es criticar desde la seguridad de las barreras y que amplia la paleta de colores como para acabar posicionándose en un triste gris. Hablar del arte, es, ha sido y será un tema escabroso, polémico, complicado. Por ello y por mucho más Exit Through the Gift Shop merece un visionado y re-visionado, ya que sin tapujos, este complejo falso-documental lleno de energía nos plantea de manera clara y concisa la siguiente pregunta: “¿Es el arte una gran tomadura de pelo?”

Remontándonos a lo que pudo ser el origen del fin del verdadero arte, Warholl, Andy para los amigos, conocedor del poder de los medios de comunicación y sabedor de que comiendo tanto carne como pescado la posibilidad de “abrir” puertas era mayor que la de trabajar de sol a sol todos los días, dijo: “En el futuro todos tendrán sus 15 minutos de fama”. Sin duda alguna uno de los mayores aciertos del artista, ya que probablemente se rió de si mismo y de todos aquellos que pagaban una millonada por las infantiles e infames obras del denominado Pop Art. Evidenciando el sistema del arte como una farsa, originando un debate que se remonta hasta la actualidad y que con el paso del tiempo va tomando fuerza. Un tema que Banksy y su séquito de colegas han sabido enmarcar dentro del contexto del reciente movimiento bautizado como Street Art, un nuevo mundo lleno de oportunistas, del que podemos sacar una reflexión abierta a múltiples lecturas sobre los límites entre el arte y el mercado.

¿Bank-que…? ¿Ese quién es…? Por mucho que le pese a ciertos sectores Banksy es el grafitero británico más conocido, un misterioso artista cuya identidad sigue siendo un secreto, pocos son los que han conseguido ver su rostro y muchos los falsos profetas que se cuelgan los galones del éxito. Todo un Batman nocturno que comenzó realizando plantillas o stencils en Bristol, urbe por la que todos apuestan como ciudad natal. El gran salto fuera del anonimato viene apoyado gracias a colocar falsas obras de arte a modo de parodia en importantes exposiciones, tardando en ser descubierto, como es el caso del Museo Británico que tras varios días se percataron que la piedra en la que aparecía un cazador Neandertal empujando un carrito de la compra no pertenecía a su colección. No fue menos sonado el boicot a la publicación del primer LP de la mega-estúpida-millonaria, Paris Hilton, donde se cambiaron ciertos textos y fotos del libreto del CD por los simpáticos Bitch, Slut y demás adjetivos descalificativos. Actualmente su obra se extiende en algunos de los rincones y lugares estratégicos de las ciudades más famosas, como el muro de Cisjordania, donde predomina la crítica al sistema y al establishment del que un numeroso grupo critica que ha pasado a formar parte. Entonces… Banksy, ¿ya no es Banksy?.

Banksy en la sombra

Como un segundo punto algo desenfocado cabría destacar la intención de reflejar los orígenes de las obras como amor al arte, no al Hype, al éxito. En pasadas entrevistas a otros medios afirmaba: “Cada vez que creo que he pintado algo ligeramente original, me doy cuenta de que Blek le Rat - el francés inventor del stencil - lo hizo mejor, solo que veinte años antes”. Y es que vivimos en tiempos mediocres, en los que sin admirar o apoyar a personas notables, o aspirar a la superación personal, jamas aprenderíamos nuevos oficios, técnicas. No existiría el progreso, el desarrollo, ni nada nuevo bajo el Sol. Ahora, pobre del aprendiz que no supere a su maestro y se vea inmerso en la repetición del cliché, estancándose en el incomodo obstáculo de la comparación, siendo engullido por la alargada sombra del que si fue genio y no un predicador en la montaña, dando voces para ser oído pero no escuchado.


Mr Brainwash
Y es aquí donde se nos presenta a Thierry Guetta, un esperpéntico francés cuya pasión es grabar todo de manera desenfrenada, sin ton, ni son. Repitiendo un proceso automático para el que cualquiera estaría cualificado. Merodeando en el límite de lo fenomenal, lo irreal y lo ficticio e incluso la que podría ser una de las mayores obras de arte de Banksy. Un quiero y no puedo de los tiempos modernos que por accidente se encuentra con el supuesto origen de dicho movimiento, convirtiéndose en el personaje principal e hilo conductor de la trama. Ironizando con la idea de que nunca le faltan moscas a una buena mierda. Un ser entrañable a la par que patético, como la gran mayoría de “estrellas” casposas que invaden la pequeña pantalla española, cuya única finalidad es el éxito por el éxito, la fama inmediata y el estrellato del payaso del que te ríes y no con el que te ríes. Mr Brainwash, el alter ego de Guetta, es un producto de usar y tirar, una metáfora del autodenominado artista, al que Banksy y su colectivo han dado forma y reniegan, burlándose de los esnobs vanguardistas que desembolsan miles de libras, dolares y euros por obras cuyos procesos creativos ni comprenden ni pretenden comprender, un plagio, un copy-paste que provocará la carcajada del espectador con algunos momentos memorables y la indignación de aquellos que puedan sentirse identificados.


Debate a favor o en contra de su figura, lo increíble del fenómeno Banksy no es su ascenso meteórico, ni las sumas que se pagan por su obra, sino por el hecho de que el mismo régimen al que satiriza le haya acogido con tanto entusiasmo, ver como el enemigo, si no podía… se unía a él. Polémica aparte y como parece que el mundo no va a cambiar, mientras todos alabamos al hipnosapo, ETGS es una interesante manera de acercarnos al submundo de undergrounds o “niños de papa” que pelean contran las coorporaciones por conquistar las calles hasta que finalmente se unen a ellas, una simpática manera de conocer a todo un grupo de nuevos héroes y villanos modernos que sin capa ni antifaz aportan un punto de originalidad y frescura bajo seudónimos como Blu, Space Invader, Obey, Mr. Brainwash y un largo etc… una coña marinera de proporciones mayúsculas que no dejará indiferente.


Parafraseando a Jonathan Swift: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio podemos reconocerlo por un claro signo: todos los mediocres se conjuran contra él”. Ahora cada uno sacará sus propias conclusiones y es que el arte es todo aquello que tu creas que es arte.

Recuérdenlo siempre 
Lo Mejor: Mr. Brainwash, su particular visión del mundo; Life Remote Control, que sigamos sin saber quien es Banksy, haberse colado en los Oscar y en los Globos de Oro. No saber a ciencia cierta que es verdad y que es mentira, en resumen, una coña marinera descomunal para aquellos que quieran verla.

Lo Peor: Los listillos, pedantes y narcisistas artistas que no saben encajar la broma y se lo toman como una ofensa ordinaria, aquellos que critican un trabajo cuando no tienen ni idea de lo que supone ponerse a hacerlo.

Nota: 9 con color a 10

martes, 8 de marzo de 2011

Hanake no cree en Dios, es Dios

La pantallica está de vuelta, y en un día tan bonito y soleado como hoy se enorgullece en presentarles las novedades en el blog. Gracias a los préstamos de Caja Madrid, hemos podido hacernos con un fichaje de Invierno de alto standing que ha hecho abarrotarse a la palmera. A partir de ahora, La pantallica contará con las críticas cinéfilas de ayer y de hoy del colaborador Ñete, qué cual freelance irá publicándolas para darle más vidilla y bagaje a la página. Ya que aquí un servidor se encuentra un poco saturado para prestarle la merecida atención al viejuno con pajarita. Así que sin más preámbulos, os dejo con su primera aportación, la crítica de La Cinta Blanca de Haneke:



Hablar de la nueva película de Michael Haneke no es nada fácil. El alemán, ingeniero de los pasajes más oscuros de la perversión humana, alcanza su zénit cinematográfico diseccionando con una envidiable delicadeza el origen del mal en los diferentes estamentos de la sociedad rural retratada.

La cinta blanca tiene lugar en las profundidades de un pequeño pueblo alemán, allá por el 1913, en las puertas de la I Gran Guerra. En el poblado, del que no dudo que encajase en cualquier punto de la geografía española de aquella fecha, los habitantes desarrollan sus vidas en medio de una calma aparente que pronto se verá alterada por una serie de trágicos accidentes frutos de la casualidad o de una invisible mano ejecutora. El encargado de guiarnos a lo largo de la historia es el maestro de la escuela. Narrando desde el futuro con una turbadora voz en off las miserias de aquel polémico periodo. Obligada visión en V.O.


Sin prisas, haciendo acopio de su ritmo lento y pausado, no apto para todos los públicos, nos introduce de manera hipnótica, poco a poco, en los rincones más oscuros de todas las viviendas. Hogares donde no se cuestiona la figura paterna y la indisciplina o la desobediencia se pagaban con un precio muy elevado. Partera, barón, doctor, pastor, profesor, criados… un amplio abanico de las diferentes clases que configuran un régimen autoritario del que nadie sale beneficiado, en especial, los niños. Absorbentes esponjas en los primeros años de vida, forjan un carácter marcado por las decisiones erróneas tomadas por sus progenitores. Polémico tema el de la educación y respeto, propiciando un adoctrinamiento de los incultos e inocentes que favorecería el alzamiento de un sistema político basado en los mismos principios.


Haneke, totalmente recuperado de la extraña apuesta e innecesaria adaptación “fotocopia” yankee de Funny Games, juega a ser un Dios castigador en un poblado enfermo, donde él decide el destino de cada uno de sus habitantes. Con total libertad de expresión y movimiento muestra lo justo para crear esa incertidumbre en la que viven inmersos unos actores extraordinariamente humanos, traspasando la barrera de la ficción, acercándose a una palpable e incomoda realidad. Acertando plenamente en la delicada elección de figurantes que tuvieran rostros parecidos a los de aquella época. 7.000 niños pasaron por el casting en seis meses. Y es que sen pulen cada uno de los detalles para dar credibilidad a una comunidad propia de una novela, digna de un pasado con vida.

La dirección y montaje sobrio, sin la necesidad de usar trucos efectistas y videocliperos, logran que nos olvidemos de la presencia de una cámara, transmitiéndonos la sensación de viaje espacio-temporal, con un justificado uso del blanco y negro, nos traslada a otra época, formando parte del lugar, siendo uno de ellos. Desde La lista de Schindler no experimentaba nada parecido. Aun sigo preguntándome como es posible dirigir secuencias tan largas con actores novatos que no recitan de memoria, todo lo contrario, sus palabras brotan de manera espontánea en diálogos profundos y extensos. Dando la sensación de hallarnos ante un documental con un guión tan trabajado que nos hace dudar de su existencia. Todo un obsequio para la narrativa. Toda una lección de historia.

La cinta blanca que da nombre al film, es el castigo que sobrellevan aquellos niños que han pecado, evocando a la pureza, la inocencia de la inmadurez, obligándolos a no caer en el olvido. Instaurando así el germen del odio, la culpa, en una generación cohibida por el yugo del fascismo, la tiranía. Condena alegórica, clasista, que años después se transformarán en estrellas de David o esvásticas nazistas. Rememorando uno de los momentos más despreciables de la historia reciente en el que la religión y la falsa moral desempeñaron un papel tan influyente.


Que valor, dejar en un segundo plano a la banda sonora, que sin echarla en falta aparece de manera dogmática en determinadas ocasiones. La belleza visual que rodea a este inclasificable monumento histórico no la necesita, contando con una elaboradísima dirección artística e impecable fotografía, recordando al gran Ingmar Bergman. Obsequiándonos con planos fijos, largas secuencias y momentos para el recuerdo; El niño que pregunta sobre la muerte, el velatorio, el padre que coacciona al hijo para que reconozca el pecado de la masturbación, los cambios estacionales, la confirmación… etc… etc..


Hay tantas metáforas y temas a comentar en La Cinta Blanca que podríamos escribir una tesis; machismo, adulterio, tradición, la corrupción de la infancia, pederastia, castigo, inocencia, el miedo a la muerte, la ignorancia, el abuso de la autoridad... pero sobre todo destacaría una llamada de socorro al preocupante sistema educativo de las jóvenes generaciones que conforman el zeitgeist moral de generaciones venideras. Se nota que el director estudió filosofía y psicología en la universidad de Viena.

Una terrible historia que ha arrasado en todos los festivales en los que se ha proyectado. Merecedora de todos los premios que la encumbran en su meteórica carrera hacia la preciada estatuilla. El Oscar. (finalmente la estatuilla a mejor pelicula de habla no inglesa se la llevó El secreto de sus ojos, otra obra de indudable calidad)

Un reconocido clásico moderno al que no le faltan detractores, sin ofender, no se hizo la miel para la boca del asno. Por favor, no paguen justos por pecadores.

Demos gracias al Señor… Haneke

Lo mejor: Inmejorable retrato de una sociedad en declive ideológico. La relación causa-efecto. Que de tanto de que hablar y sea tan polémica. El hueco dejado para la reflexión e imaginación. Digna de estudio en las escuelas.

Lo peor: Si hubiera conseguido transmitir todo esto en color estaríamos arrodillándonos ante una redonda obra maestra.



Nota: 9,5


lunes, 7 de marzo de 2011

próximamente...


...muy coming soon...
Más grande!
Más series!
Más películas!
Emancipada!
Sin censura!
Libre de profesores!
Con nuevos colaboradores!
Por un betis libre!!

 en las mejores y más xungas pantallas
 La pantallica vuelve!