El deportista de élite es un competidor nato. El verdadero campeón se prepara, entrena día a día para estar en forma, crece luchando, escalando posiciones para alcanzar el liderato, llegar a la cima y ser el número uno. Zack Snyder, - no es familia de los futbolistas – podría serlo.
Salido de las mejores escuelas de preparación, rodeado de excelentes técnicos, sorprendió con un arriesgado debut readaptando Zombie de George A. Romero. Amanecer de los muertos (2004) impulsando el incierto porvenir de un titubeante género. Los grandes estudios se fijaron en él: - ¡Eh, mira éste tipo!, ¿Creéis podría ser el encargado de adaptar otro de esos cómics de Frank Miller?. La exigente afición tenía muy fresca en la memoria la calidad impartida por Sin City (2005). Sin embargo la combinación fue letal, recibiendo el titulo de visionario con 300 (2006) dejando a medio mundo boquiabierto con la electricidad de su estilo, pocos recordaban haber visto nada igual en años. Un sueño hecho realidad que no sufre de envidia, sintiéndose capaz de mirar cara a cara a los todopoderosos Avatares que en aquella fecha preparaba James – el profeta – Cameron. Conocedor de las ventajas que tiene trabajar en equipo, siendo consciente de sus habilidades y del excelente rendimiento alcanzado gracias a su capacidad adaptativa, da una lección de madurez. Fiel al género, llena de vida las viñetas de la novela gráfica más importante de la historia, Watchmen (2009). Tras conquistar plata y bronce lo condecoraron con el merecido oro. El genio había salido de la lámpara para conceder los tres deseos, reservándose para el final el mayor de los trofeos, fruto de la prolongada lucha por alcanzar el deseo.
La fama se había instalado a las puertas de su casa, con educación llamó pidiendo permiso para entrar, venía acompañada por las palabras espectáculo y entretenimiento, ambas pretendían explicar las reglas del juego. Amablemente Zack las dejó pasar, se acomodaron y bebieron hasta que se puso el Sol y volvió a salir del brazo de una mujer llamada resaca. Confuso, mientras la mente regresaba al cuerpo, aceptó lo que sería un mero entrenamiento, Ga´Hoole (2010). Y es que la vida esta llena de diferentes momentos. La adornada historia de los búhos reactivo las adormecidas neuronas del pensamiento simple adolescente. Y como el futbolista brasileño con dinero, dijo: “ahora que puedo, hago lo que quiero”.
Sucker Punch tiene diferentes lecturas y combina lo simple con lo complejo olvidando por el camino la importancia de ciertos nexos de unión de vital importancia para que la obra en conjunto funcione sin desafinar. Cuida su “delantera” pero no se preocupa por los defensas, convirtiéndose en un coladero argumental que no consigue superar la diferencia entre los goles a favor y en contra, formando un ejercicio vacío de pasatiempo audiovisual cuyo principal reclamo es la enmarcación de un grupo de cinco mujeres, que están sorprendentemente buenas para pertenecer a una institución mental, dentro del lado más hortera del universo Snyder. Esta vez las carencias se notan al no poder apoyarse en las virtudes narrativas del guión preciso, alimentando las malas y más repetidas críticas de encontrarnos ante un videoclip o un videojuego. Rozando el sinsentido de lo ridículo cuando la actriz protagonista Emily - morritos - Browning, salta entre un mundo surreal y otro irreal a su antojo, donde habitan un refrito de criaturas antes vistas; Orcos del Señor de los Anillos, Nazis a vapor como en Hellboy, el viejo consejero visto en millones de películas,Scott Glenn. Una insólita ensalada mixta aliñada con lecciones morales dignas de la Super Pop o su versión moderna, Quore. Dando la sensación de estar ante un viaje psico-eroticotrópico por el Berskha. Y es que ésta vez desentona hasta las versiones musicales adulteradas en semejante festín freak apto para ese grupo de personas, hombres en su mayoría, que desean disfrutar de un buen rato sin calentarse la cabeza pero si otras partes del cuerpo.
Lo peor: Que esperemos la conjunción perfecta entre historia y efectos especiales
Nota: 5
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