Si hace unos años, me hubieran dicho que iba a acabar viendo una película sobre danza, y que me iba a gustar me habría reído en su cara. Suelo huir despavorido de todo lo que tiene que ver con musicales, bailes o cánticos en películas. No sé por qué pero es algo superior a mi, hasta me costaba ver de pequeño las típicas de Disney, por la absurdez de que cantaran tanto sin parar. Sin embargo, no estamos ante ningún Mamma Mía, Chicago, o ésta de Cher y Christina Aguilera que ni recuerdo el nombre. Nada más lejos de la realidad El Cisne Negro nos introduce en el mundo de la danza o el ballet desde un punto de pinta mucho más sombrío y perturbador. En un cóctel de envidias, competitividad, proteccionismo y perseverancia bajo el peculiar prisma de una mente enferma.
Darren Aronofsky es el encargado de este oscuro ballet cinematográfico, un director diferente con un sello personal que ha ido reflejando a lo largo de sus películas: La potencia visual de escenas que reflejan la situación mental de sus protagonistas. Aronofsky se dió a conocer con Pi, fe en el caos en 1998. Una historia en blanco y negro sobre un matemático obsesionado con encontrar la fórmula perfecta que de sentido al caos del universo y concretamente al mercado bursátil. Ya desde su opera prima, vemos como el personaje bastante paranoide sufre fuertes migrañas y alucinaciones que se nos presentan al público como reales. Con su segunda película consiguió el éxito y reconocimiento de crítica y público. Requiem por un Sueño en el 2000 convenció a todos que Darren Aronofsky era un director diferente, crudo, y con gran impacto visual. Hasta el punto de tener todavía en mi mente la imagen de Jared Leto y su brazo demacrado por la droga...
No sería ya hasta 2006 cuando presentó su nueva película La Fuente de la Vida. Un proyecto titánico y millonario con un gran reparto y una historia un tanto rara sobre la vida, la muerte, el amor y la inmortalidad. Visualmente es genial y la música de Clint Massell (como siempre en sus películas) le daban un toque casi místico a la narración. Sin embargo y aunque me gustara, creo que Aronosfky pecó un poco de ambicioso y se le fue el asunto de las manos.
Dos años después consiguió con El Luchador que la crítica y público comieran de nuevo de su mano. El triste y duro relato de un luchador acabado interpretado por Mickey Rourke nos llegó a todos a la patata. Sin embargo, a diferencia de las anteriores y sobre todo de La Fuente de la Vida. El Luchador es la producción más "normal" del director. Sin tantas imágenes oníricas y recreaciones visuales, perdiendo parte de su sello personal, pero ganando en claridad y llegada al público...
Así que la expectación de su nuevo film, y por donde tiraría el director esta vez, era bastante alta. La historia trata sobre una bailarina: Natalie Portman, que lucha por hacerse con el papel protagonista de la nueva versión de El Lago de los Cisnes que Vincent Casell va a dirigir para la compañía. Una versión rompedora, más oscura, dónde el papel del Cisne Negro y del Cisne Blanco lo interpretará una sola bailarina. Creando así como dos versiones, la blanca: buena y pura y la negra: malvada y salvaje.
El personaje de Natalie representa a la perfección lo que su director de baile quiere para el cisne blanco. Tiene cara de buena, baila sin imperfecciones y es la típica chica que nunca se ha metido en problemas con cara de no haber roto un plato. Sin embargo, para encarnar al cisne negro hace falta algo más, ese toque seductor de la mujer fatal, esa picaresca y morbo que parece que a una muy aniñada Natalie le falta.
Será en esa búsqueda de su lado oscuro, dónde nos daremos cuenta de la verdadera situación de Nina ( para no llamarla más Natalie a la pobre). El enfrentamiento con su madre, ex-bailarina que se quedó embarazada teniendo que dejar su sueño y que prácticamente parece que ha obligado a su hija a continuar su legado para hacer todo aquello que ella no pudo. Una madre que parece tener a Nina atrapada en el tiempo, en su niñez y educada con excesiva disciplina. Pero que sin embargo parece que es la única que realmente sabe que pasa por la conflicta mente de Nina.
El director de la obra, interpretado por Vicent Casell, intentará despertar el lado negro de Nina, a través de la seducción. Mientras que su máxima competidora (Mila Kunis, que me quedado loquete al ver que es la voz de Meg en Padre de familia) estará pisándole los talones para conseguir el papel. En este contexto de duro entrenamiento, despertar sexual y competencia máxima veremos el mundo desde la mente enferma y estresada de Nina. Son en estos momentos de agobio y presión de la protagonista, dónde vemos al Aronofsky más artístico, desatando con impactantes imagenes la situación interna de la sufrida protagonista. Algunas un tanto absurdas, otras geniales (sobre todo el juego que hace durante toda la película con los espejos).
Es cuando la peli, que parecía que iba a llevar el ritmo y la producción más clásica como El Luchador, explota y se convierte en algo más. Lo que vemos a través de Nina empieza a ser cuestionable, su visión de la realidad es muy diferente de lo que realmente está pasando.
Sobre el duro mundo de la danza, pero sobretodo sobre ese despertar de la enferma Nina, con la dualidad de Cisne Negro - Cisne Blanco llena de matices y metáforas visuales es lo que nos ofrece esta vez Darren Aronofsky. Con una Natalie Portman inspirada y muy metida en el papel, atención a los momentos lesbicos y masturbatorios... (no me extrañaría que estuviera por los Oscars). Aronofsky está buscando el término medio en su peculiar forma de contar historias y hay que decir que casi lo consigue. Quizás a algunos les pueda parecer demasiado pesada, o demasiado loca si se espera una película sobre danza normal. Pero como thriller psicológico cumple bastante bien y te tiene atado frente a la pantallica, pese a que se le vaya la pinza en alguna ocasión.
Fuentes: IMDB\Wikipedia
Es cuando la peli, que parecía que iba a llevar el ritmo y la producción más clásica como El Luchador, explota y se convierte en algo más. Lo que vemos a través de Nina empieza a ser cuestionable, su visión de la realidad es muy diferente de lo que realmente está pasando.
Sobre el duro mundo de la danza, pero sobretodo sobre ese despertar de la enferma Nina, con la dualidad de Cisne Negro - Cisne Blanco llena de matices y metáforas visuales es lo que nos ofrece esta vez Darren Aronofsky. Con una Natalie Portman inspirada y muy metida en el papel, atención a los momentos lesbicos y masturbatorios... (no me extrañaría que estuviera por los Oscars). Aronofsky está buscando el término medio en su peculiar forma de contar historias y hay que decir que casi lo consigue. Quizás a algunos les pueda parecer demasiado pesada, o demasiado loca si se espera una película sobre danza normal. Pero como thriller psicológico cumple bastante bien y te tiene atado frente a la pantallica, pese a que se le vaya la pinza en alguna ocasión.
Fuentes: IMDB\Wikipedia